sábado, 15 de agosto de 2009

PARTE II: LA PESTE

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Hace unos veinte mil años, en un tempestuoso atardecer, el hechicero cromagnon regresaba de un retiro de tres días en el monte, donde había estado recolectando yerbas mágicas, cuando le informaron de que uno de los hombres había llegado enfermo de una larga jornada cinegética.
Seguro de su poder curativo -la ignorancia hace audaces a los médicos- se recubrió con su vestimenta de venado y fue a verlo. Apartó el cuero que tapaba la entrada de la caverna e iluminó al enfermo con su antorcha. De inmediato dio un respingo, retrocedió espantado, ordenó levantar el campamento y huir hacia un incierto fin en medio de la noche...
En la pustulosa cara del enfermo había reconocido la viruela -o alguna peste similar de la época- cuya horrorosa imagen había recibido a través de los relatos sucesivos de su padre y de su abuelo, y sabía que la muerte era inevitable.
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Walter Ledermanm. El hombre y sus epidemias a través de la historia.

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