viernes, 14 de agosto de 2009

La Minorica Romana

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Hacia el año 123 a.C. los romanos conquistaron Menorca. Parece que con anterioridad hicieron alguna tentativa pero, entre las dificultades de la misión y el escaso botín que se preveía optaron por desistir. Sin embargo estamos en una época en la que los romanos podían perder batallas pero difícilmente podían perder una guerra, por eso, en cuanto se lo propusieron, la empresa se llevó a cabo. El encargado fue el entonces cónsul Quinto Cecilio Metelo, después llamado Baleáarico para distinguirlo del resto de importantes personajes romanos de igual nombre.

La incorporación de Menorca a Roma supuso para ella un nuevo nombre: Balearis Minor a la que el vulgo acabo llamando Minorica y pasando a depender de la Hispania Citerior con capital en Tarraco hasta finales del Imperio en que las Baleares alcanzaron el rango de provincia autónoma.

La romanización supuso la incorporación de la nueva cultura a las zonas costeras, es decir, a las zonas más pobladas de la isla, mientras que en el interior se mantuvo sin grandes cambios la tradicional cultura talayótica (aunque sí llegaban los objetos materiales como la cerámica y las ahora imprescindibles monedas). En las zonas portuarias se desarrollaron con rapidez algunos núcleos poblacionales basados fundamentalmente en el comercio.

Así en la antigua Maghen, ahora con el nombre de Magona, (que pronto adquiere el rango de “municipio Flavium Magontanum”) aparece una clase aristocrática formada por ricos comerciantes. Un ejemplo de ello sería la presencia en la Isla del Rey de una mansión vacacional correspondiente a uno de estos nuevos ricos. Por su parte, en el extremo occidental de la isla alcanza notoriedad la ciudad de Jammona (la Jamma cartaginesa) al parecer con un carácter agrícola frente al más comercial de Magona.

Sanisera: Los restos de las “civitas” de Magona y Jammona quedaron borrados por el desarrollo posterior de ambas urbes ocultándonos la mayor parte de su información. Sin embargo, la ciudad de Sanisera fue abandonada hacia el siglo VI y, tras la construcción de una pequeña mezquita en tiempos musulmanes, sus restos, cubiertos por el fango de la pequeña ensenada de Sanitsa, han llegado hasta nosotros en buenas condiciones.

Sanisera constituía un misterio. Plinio el Viejo, en el siglo I, le había dado un rango similar al de Magona y Jammona y, sin embargo, unos siglos después, el obispo Severo en su famosa epístola (ver más adelante) ya no la cita. Por otra parte, numerosas leyendas hablaban de una ciudad sumergida que periódicamente asomaba entre las aguas. Todos estos indicios condujeron a la búsqueda de la ciudad perdida, siendo Joan Ramis el primero que relacionó el antiguo nombre con la Sanitsera actual. Las correspondientes excavaciones comenzaron en 1996 y fue saliendo a la luz el campamento romano de la época de la conquista y numerosos edificios que proporcionaron un rico legado arqueológico. A partir del campamento militar, de corta duración, se fue levantado una ciudad ocupada por comerciantes, indígenas y veteranos retirados del ejército que pudo llegar a tener 3.000 habitantes.

Quizá como curiosidad reseñar que se localizó una zona próxima al campamento con restos de numerosos proyectiles de honda, lo que hace pensar a los expertos en la existencia de un campo de entrenamiento de honderos indígenas al servicio del mando militar romano.

Las excavaciones continúan y, sin duda nos aportarán nueva información sobre una época bastante desconocida de la historia de Menorca. Pero, como cabe esperar de pueblo tan amante de las obras públicas, los romanos también se esforzaron en la realización de una red de calzadas que comunicando los anteriores núcleos entre sí y con zonas como Son Bou o Cales Coves, que permaneció prácticamente igual hasta que llegaron a la isla los ingleses. Además nos dejaron otros muchos restos de su cultura material entre los que destaca un busto de Tiberio realizado en bronce (actualmente en la Biblioteca Nacional de París) y una gran cantidad de monedas y estatuillas muchas de ellas en colecciones extranjeras.

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