Además de los monumentos citados, es necesario hacer referencia a las numerosas necrópolis hipogeas localizadas no lejos de los poblados talayóticos, en pronunciados acantilados cerca de la costa. Estaban dedicados al enterramiento de pequeños clanes y parecen localizarse siempre en sitios de belleza espectacular: asomados sobre abruptos precipicios o frente a la inmensidad del mar. Los más conocidos son los de Cales Coves y Cala Morell.
Por otra parte, en sa Comerma de sa Garita existe un edificio monumental, único en todo el mundo talayótico, que todavía no ha sido convenientemente estudiado pero que parece tener una función religiosa. Se trata de un edificio de forma cuadrangular del que se conservan numerosas pilastras sobre las que apoyan grandes losas horizontales. Dada su ubicación próxima a un sepulcro megalítico y fuera de un poblado parece que podría tener una función funeraria.
Todos los elementos citados y que caracterizan el mundo talayótico nos hablan de una cultura extraordinariamente consolidada que alcanzó su culmen y se mantuvo en él durante un milenio, una cultura que, en palabras de Carlos Garrido, desarrolló formas arquitectónicas y religiosas mucho más elaboradas que las de su vecina Mallorca.[1]
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[1] Carlos Garrido. Arqueoguía de Cataluña y Baleares.
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