viernes, 14 de agosto de 2009

Menorca y la Corona de Aragón

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Pedro IV el Ceremonioso se coronó rey de Mallorca el 22 de Junio de 1343, con ello había sido destronada la dinastía balear, que pronto se extinguiría, y sustituida por la aragonesa. Pero a Menorca no le fue especialmente mal pues el nuevo rey confirmó los privilegios de la Isla y elevó su estatus con el nombramiento de un gobernador que debería permanecer en la Isla (esta norma sólo se cumplió, no obstante, durante su reinado pues con posterioridad empezó a nombrarse gobernadores forasteros). Este monarca pidió al Papa la nominación de un obispo para la isla de Menorca aunque su petición no tuvo éxito.
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La vida en Menorca durante el medioevo transcurrió en medio de enfrentamientos entre las ciudades de Ciutadella y Maó, con continuas apelaciones al Monarca, y las hambrunas producidas por ataques de piratas que destruían las cosechas y arrasaban las poblaciones. Por si ello fuera poco... estaba la Peste. Con todo ello, Menorca sufrió tal despoblamiento que hacia 1427 se intentó un repoblamiento absolviendo de delitos comunes a cuantos quisieran establecerse en la Isla. Indudablemente, esto supuso un cierto auge poblacional aunque acompañado del correspondiente incremento de la delincuencia y los disturbios.

El enorme malestar social fue en aumento y estalló hacia 1451 cuando el gobernador Arnau de Foxá mandó asesinar a algunos caballeros de Ciutadella opuestos a su gobierno y colgó sus cadáveres de las ventanas del alcázar. Los parientes de los muertos y sus simpatizantes se vengaron degollando a varios partidarios del gobernador y bombardeando su residencia. El Rey envió a mossén Pere de Belloch para poner paz, pero el gobernador se hizo fuerte y acabó en una guerra civil entre sus partidarios y enemigos. La anarquía se hizo endémica y el desprestigio de las autoridades se prolongó durante mucho tiempo.

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