A finales del segundo milenio aparece en las Baleares una cultura nueva caracterizada por la existencia de pequeños poblados, en general amurallados, en cuyo interior destacan unas macizas torres redondas llamadas talayots que le dan el nombre. Estas torres, que en Menorca son siempre redondas u ovaladas, tienen una base maciza pudiendo aparecer en la parte superior un pequeño ventano que parece dar acceso a una cámara de función desconocida (como contraste, los talayots encontrados en Mallorca pueden adoptar también formas cuadrangulares y disponen de una puerta de acceso y de una cámara interior). En general, los restos existentes no se conservan íntegros en ningún caso por lo que su estudio es muy difícil.
Los talayots suelen aparecer en la parte más alta del poblado por lo que su función se asimiló a la de torres de vigilancia; sin embargo, en otros casos éstos aparecen adosados a los muros perimetrales, como torres de refuerzo o, incluso, aparecen varios en el interior del mismo recinto lo que sugiere otros usos distintos al señalado, como la posibilidad de que fueran viviendas o lugares de enterramiento de los notables, edificios simbólicos y de prestigio o, incluso, a similitud con las “torres del silencio parsis”, descarnaderos de los cadáveres antes de su inhumación. En total son más de 200 los restos de talayots aún existentes en Menorca, entre los que cabe destacar el de Trepucó por ser el más grande de los talayots baleáricos.
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