sábado, 15 de agosto de 2009

La Peste Negra: la Yersinia Pestis

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Ninguna otra bacteria, o quizá ningún otro organismo, tuvo tanta influencia sobre la historia de la humanidad como la Yersinia Pestis[1], la bacteria causante de la Peste Negra medieval y, probablemente, de la peste justiniana[2]. La Yersinia Pestis fue aislada por primera vez en 1894 por el bacteriólogo francés André Yersin quien la denominó Pasteurella Pestis nombre que se cambiaría luego en homenaje a su descubridor. Al género de la Yersinia pertenecen también otras bacterias patógenas, del tipo gram negativo, que son motiles sólo fuera de sus huéspedes mamíferos, como la Y. Enterocolitica.

Su “reservorio” natural lo forman las pulgas (Xenopsylla cheopsis) de la rata negra que son también parásitos de otros muchos roedores como las ardillas, ratones del campo, perritos de las praderas, etc. Tras la muerte de su anfitrión, las pulgas buscan otro de inmediato, aunque pueden sobrevivir varios días en los nidos abandonados de estos roedores así como en balas de productos textiles.

La Yersinia Pestis (o bacilo de Yersin) es una bacteria endémica de la rata negra (Rattus rattus)[3], común en la antigüedad aunque hoy ha sido sustituida por una rata de mayor tamaño y más agresiva, la Norvegicus rattus. Se movía en un entorno de unos 200 metros y era muy buena escaladora por lo que se adaptaba muy bien a los techos de paja propios de los barrios pobres de la Edad Media. Se dice que en el Sur de Europa, en los meses de verano, había al menos una familia de ratas por hogar, y una media de tres pulgas por rata.
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Normalmente las pulgas mantienen con los roedores un cierto equilibrio que a veces se rompe cuando, a causa de una gran proliferación del bacilo en la pulga, esta regurgita sangre infectada que llega al roedor causándole una infección mortal. Entonces la pulga abandona a su anfitrión y busca otro entre los animales más próximos de sangre caliente. Si ese nuevo anfitrión es humano, al ser picado por el parásito quedará infectado. De uno a cinco días después, los nodos linfáticos de axilas e ingles se ablandan e hinchan hasta alcanzar el tamaño de un huevo. Estas hinchazones dolorosas reciben el nombre de bubas[4], y pueden supurar expulsando un pus particularmente fétido. A veces se infectan y el área de la picadura se vuelve gangrenosa y acaba en necrosis.

Además de las bubas, la enfermedad se caracteriza por desasosiego, confusión mental, postración, delirio, pulso rápido, náuseas, dolor de espalda, dolor en las extremidades y fiebre alta (más de 40º C). Luego, pueden ocurrir dos cosas: si la fiebre remite, normalmente ello supone que el sistema inmunitario ha ganado la partida al bacilo patógeno con la correspondiente mejora del enfermo; por el contrario, si la fiebre continua, la infección se extiende a la sangre causando septicemia y la muerte.

A veces, el microbio puede acceder directamente al torrente sanguíneo con lo que la septicemia es inmediata y sobreviene la muerte sin dar tiempo a la formación de las bubas. Este acceso directo a la sangre puede incluso deberse a contagio a través de las mismas pulgas o incluso de piojos domésticos. En caso de septicemia, los vasos sanguíneos se rompen y forman moratones bajo la piel con un característico color negro que dio otro de los nombres a la enfermedad: Muerte Negra. En cualquier caso, bubónica o septicémica, la enfermedad acaba presentando un cuadro de hemorragias y fallos generalizados que conducen a la muerte. Para el primer caso la tasa de mortalidad en enfermos no tratados alcanza el 75 por ciento mientras que en el segundo es, prácticamente, del cien por ciento.

Según va pasando de uno a otro individuo, la enfermedad puede exacerbarse y convertirse en una modalidad más virulenta, afectando a los pulmones y produciéndose luego el contagio a través de las micro gotas de saliva que se lanzan al exterior con toses y estornudos. Esta versión de la Plaga con contagio producido por la respiración, llamada Peste Neumónica, tiene una mortalidad del cien por ciento y la muerte suele ocurrir en cuestión de horas.

Los tratamientos actuales suelen combinar distintos antibióticos entre los que están la Estreptomicina, gentamicina y tetraciclina, pero no la penicilina que es totalmente ineficaz. En todo caso, el tratamiento no suele ser efectivo si se aplica pasadas más de dieciocho horas.

Aunque tradicionalmente se ha venido considerando al Yersinia Pestis como causante de la epidemia del siglo XIV, recientemente han aparecido una serie de autores que sostienen la causalidad de otros agentes. Así, Susan Scott y Christopher Duncan piensan que la peste medieval se propagó muy deprisa cuando, como es sabido, el Y.Pestis tiene un período de incubación muy corto y, como es lógico, un período de incubación corto no permite viajes largos, impidiendo la difusión rápida del contagio. Dicen los investigadores de la universidad de Liverpool que lo anterior es de suma importancia siempre que los vectores de la enfermedad no sean aves. Apoya esta idea el hecho de que estudios realizados a partir de documentos religiosos ingleses indican que el período de incubación pudo ser bastante más largo del pensado hasta ahora, quizá de hasta treinta días, lo que permitiría una rápida propagación de la epidemia de hasta cinco kilómetros por día. Por otra parte, la Peste Negra se propagó por zonas donde no hay ratas, como es el caso de Islandia, lo que implicaría una transmisión persona a persona, cosa muy rara en el Yersinia Pestis. Todo lo anterior les hace pensar que tal vez el microbio causante de la peste hubiera sido un virus parecido al ébola ya que la inmunidad a este tipo de virus esta mucho mas extendida en Europa que en otra partes del mundo. Otros expertos[5] sugieren una combinación de pandemias entre la que estaría el ántrax, dado el hallazgo de esporas de ántrax en restos de victimas escocesas.

Sin embargo, a la tesis de la no concordancia entre el período de incubación y la velocidad de contagio podrían contraponerse otros muchos argumentos. En efecto, hay numerosos casos de velocidades de propagación alta con periodos de incubación pequeños en poblaciones que previamente no han sido expuestas al contagio, mientras que esta velocidad de propagación desciende para sucesivas oleadas de la misma epidemia. Por otra parte, la peste rebrotó continuamente hasta tiempos modernos en que fue identificada la Yersinia Pestis, siendo considerada siempre la misma enfermedad y con iguales síntomas. Queda en todo caso la duda que viene a demostrar lo mucho que todavía falta por investigar.


...Si traspasamos los umbrales de este templo, sólo se ofrece a nuestros ojos el espectáculo de los muertos o moribundos transportados de aquí para allá; nos cortan el paso infames expulsados de la ciudad en otro tiempo por sus crímenes, y que hoy se aprovechan del sueño de las leyes para atropellarlas nuevamente. Vemos a los más redomados pícaros de Florencia (los cuales con nuestra sangre, se hacen sepultureros) cabalgar en todos los barrios, y reprocharnos por medio de canciones deshonestas nuestras pérdidas y desdichas; en fin, por todos lados sólo oímos estas o semejantes palabras: “Este y aquel son los muertos, el de acá y el de allá van a morir”; y a existir todavía algunos ciudadanos de corazón sensible, llegarían a nuestros oídos sin cesar quejas y gemidos. Ignoro si os pasa lo que a mí; pero sí sé deciros que cuando penetro en mi casa y sólo encuentro a mi criada, me da tal miedo que los cabellos se me erizan. A cualquier sitio que me dirija me parece ver la sombra de los muertos, no con el rostro que tenían en vida, sino mirándome horriblemente y con facciones odiosas, que han adquirido no sé dónde. En ninguna parte puedo disfrutar un momento de reposo.[6]
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[1] Basado en “course material; Paul Bugl - Univ of Hartford (US)”
[2] Se calcula que el bacilo de Yersin puede ser responsable de unos 100 millones de muertes a lo largo de la historia.
[3] La rata negra, también llamada rata de barco, provenía de la India y llegó a Europa en la edad media. Necesita un ambiente cálido para desarrollarse, por lo que se adaptó a la vida en zonas urbanas y en los barcos. Cuando llegaron épocas un poco más frías, hacia el siglo XVII, fue siendo sustituida lentamente por la rata marrón, de procedencia nórdica, que es la actual rata de alcantarilla.
[4] Del griego bubo, que significa ingle.
[5] Norman F. Cantor. In the wake of Plague. 2001
[6] Giovanni Boccaccio. El Decamerón. Editions Ferni.

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