sábado, 15 de agosto de 2009

La Peste Negra: Causas exóticas

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La medicina medieval no estaba capacitada para determinar las causas ni los remedios de una enfermedad epidémica como ésta. La mayor parte de sus esfuerzos consistieron en elucubraciones filosóficas y teológicas que nada aportaban a la realidad de unos hechos tan descomunales para los medios de entonces. Y, por supuesto, cuando esos son los mecanismos de búsqueda, los hallazgos sólo pueden encontrase en ese cielo al que se mira. La conclusión fue pues unánime: la Peste era un castigo divino por los pecados de la humanidad. Los creyentes elevaron sus plegarias a Dios e hicieron procesiones y rogativas a las que no había respuesta. Los más radicales recurrieron a movimientos penitenciales extremos, como el de los flagelantes que iban de pueblo en pueblo haciendo penitencia.

Pero la realidad era terca, y los muertos aumentaban tanto entre los hombres de bien como entre los pícaros, entre creyentes como no creyentes, sin que ni los pecados de unos ni las virtudes de los otros influyeran lo más mínimo.

Los cometas: Quizá lo anterior hizo que algunos volvieran sus ojos hacia los fenómenos naturales como responsables de sus males, pero sin por ello abandonar el cielo. Ningún eclipse apareció aquellos días que sirviera de explicación para tanta desgracia, pero de viejo se sabía que los cometas eran causa de numerosos males: “Cometa apparuit, et dira fames subsecuta est” y, también: “Cometes horribili specie flammas hac illacque jactans in australi parte coeli visus est. Sequenti anno fames et mortalitas gravissima per totum orbem factae sunt [1], así que, si causaban hambre y muerte, ¿por qué no iban a ser también los causantes de la Peste?

Los terremotos, que según algunos habrían liberado vapores insalubres y miasmas desde las profundidades, eran otra de las causas posibles. Esos vapores habrían provocado también la corrupción del aire, lo que hacía ineficaz cualquier medida de precaución o higiene.

Las constelaciones, al estilo aristotélico, eran otra posibilidad barajada por los expertos de entonces. Así, una comisión formada a petición del rey Felipe de Valois en la facultad de medicina de París para estudiar las causas de tamaña pestilencia, concluyó lo siguiente: Dicamus igitur quod remota causa et primeria istius pestilentie fuit et est aliqua constellatio celestis.

Las conjunciones astrales. Pero las constelaciones no eran las únicas culpables pues algo tenía que ver también la posición de los planetas. He aquí, como muestra, la opinión de un prestigioso médico de la época: L'universelle agente (de la Peste) fut la disposition de certaine conjonction des plus grandes de trois corps supérieurs Saturne, Jupiter et Mars, laquelle avoit précédé l'an 1345 le vingt quatriesme jour du moi de mars, au quatorzième degré du Verseau. Car les plus grandes conjonctions signifient choses merveilleuses fortes et terribles, comme changements de règnes, advenemens de prophètes et grandes mortalitez.[2]

Pobres, frailes, leprosos y judíos: Y para cuando las explicaciones anteriores no eran suficientes, siempre quedaba la solución última e infalible que, como en la película Casablanca, consistía en culpar a los sospechosos habituales. Así, el rey Felipe V de Francia manifiesta que en Aquitania les lépreux, unis aux Juifs, empoisonnent les puits, les fontaines, les rivières, soit au moyen de substances vénéneuses, soit à l'aide de maléfices. A partir de esta afirmación, las causas (o mejor, los culpables) están claras, y lo que va a ocurrir es fácil de adivinar.
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[1] Esta y las siguientes citas de esta página están tomadas de la enciclopedia “Imago Mundi”.
[2] Guy de Chauliac: Eminente cirujano francés nacido en Aviñón hacia el año 1300. Fue médico de tres papas y escribió una obra titulada “Chirurgia Magna” que sirvió de manual de cirugía durante más de tres siglos. Murió en Lyon en 1368.

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