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En este período, el hombre talayótico añade a su tradicional actividad ganadera la agricultura y deja de habitar en cuevas para construir poblados que defiende con murallas, lo que nos habla de un mundo más violento. A grosso modo un poblado talayótico podría estar formado por dos zonas comunales, los talayots y los recintos de taula, y una serie de círculos de viviendas que se abren a patios o zonas comunes, todo ello rodeado por las murallas y sin que se vislumbre ningún tipo de planificación. No lejos del poblado estaría la necrópolis, bien del tipo naveta bien cuevas artificiales.
Las viviendas talaióticas propiamente dichas suelen estar formadas por pequeñas celdas individuales construidas con losas verticales que dan a un pequeño patio. Debían estar habitadas por familias de cuatro o cinco miembros que formaban una sociedad, en principio igualitaria, aunque con el tiempo debió evolucionar hacia otra más jerárquica o “de jefatura”. El mejor ejemplo de esta casa talaiótica podemos observarlo en Biniparratxet Petit. La vivienda fue encontrada en la pista del aeropuerto por lo que tuvo que ser trasladada y reconstruida. Estas viviendas se agrupan alrededor de un gran patio central formando los llamados “círculos”. El mejor ejemplo de estos círculos es el de Sant Vicenç d’Alcaidús.
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